Seguro que cualquiera de vosotros a la hora de planear un viaje a Grecia no duda en que Atenas es el destino ineludible. Sin embargo, yo no diría tanto. Atenas no ofrece mucho más al visitante que las ruinas del
Partenón y el barrio de Plaka. Sin embargo, en el centro de la Península Helénica, en la llanura de Tesalia, encontramos los monasterios ortodoxos de Meteora. Construidos entre los siglos XIV y XVI, se encuentran encaramados a rocas de más de 300 metros de altura. El paisaje es sobrecogedor para quien decida acercarse a estas tierras de retiro ascético y religioso. De los 14 monasterios construidos sólo 6 siguen en pie en la actualidad y la mayoría de ellos son visitables. Eso sí, con unas condiciones muy estrictas. Las mujeres deben ir con faldas hasta los pies y tanto hombres como mujeres deben llevar los brazos tapados. Otra condición imprescindible es superar el vértigo, ya que a la mayoría de ellos se accede a través de puentes y escaleras escarbadas en la roca. Sin duda, a pesar de lo malo que esto pueda parecer, los monjes tenían que pasarlo mucho peor en la antigüedad. Como fueron construidos con propósito defensivo, para llegar a lo alto de la roca debían meterse en unos cestos de cuerda y eran izados en el vacío con poleas por el resto de sus compañeros. Sin duda, esta visita no os va a dejar indiferentes, ni tampoco el infernal viaje en los trenes griegos para llegar ahasta allí.
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