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LA VIDA LOCA - CRAZY LIFE

Mi interrail comenzó el día 22 de enero.

Mi interrail comenzó el día 22 de enero. El dos días antes, viajé del aeropuerto Amsterdam Schiphol hasta Barcelona, para aprovechar el vuelo que ya tenía con Easyjet. Me alojé en casa de unos parientes, y el día 22 salí rumbo a Milano Centrale, donde iba a reunirme con Irantzu y con Pablo (mis dos compañeros de Erasmus en Utrecht, que estudian Publicidad; en cuanto pueda, escaneo fotos de todos). De camino por la Costa Azul comienza a amanecer (cogí el tren hacia las 8 de la tarde) y el sol traspasa las desgastadas cortinas de mi ventana. No me cuesta mucho despejarme del ligero sueño que había logrado conciliar (ya iré explicando el Síndrome del Viajero Rata de Interrail, o SVRI, según el cuál la capacidad del conciliar sueño en cualquier postura es directamente proporicional al número de jornadas que se lleva durmiendo en el tren para no pagar un albergue). El caso es que el paisaje comienza a teñirse de verde a un lado y azul al otro. No soy muy sensible para estas cosas, pero he de decir que me cautivó. Sobre todo, un pequeño pueblo con el que comienza el territorio italiano: Ventimiglia. Allí estaba yo con mi libro de Aprenda italiano en 10 horas cuando toma el tren una curva y aparece el mar rompiendo contra la orilla que atravesaba la vía del tren. Fue el momento en que dejé de leer en todo el viaje para no separame de la ventana. El tren paró 15 minutos y aproveché para dar una vueltilla y practicar mis primeras palabras en italiano: ¿Scusi, per favore, dove posso trovare un supermercato? Supongo que estará mal escrito, pero bastaba para comunicarse con la gente. Por cierto, ese día decidí que me encantaría tener una casita en Ventimiglia (¿y a quién no?). De allí seguí en el tren hacia Milán, donde me esperaban Pablo e Irantzu...

1 comentario

Oskia -

Diosss... qué envidia!!! Italia de principio a fin, ¿quién no sueña con un viaje así?